Las más de 53.000 personas que trabajan en las EESS atendidas han dado lo mejor de sí mismos para continuar prestando una asistencia segura a quienes han seguido trabajando
El blog oficial de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) publicaba el pasado 28 de abril un post titulado Repostaje más seguro durante el COVID-19 en el que se aseguraba literalmente que “la pandemia del coronavirus ha convertido a las gasolineras automáticas en opciones para repostar más seguras al garantizar carburante 24-7 (las 24 horas del día los siete días de la semana) sin ningún contacto personal” (ver artículo aquí).
Para los sindicatos UGT FICA y CCOO y la patronal CEEES resulta indignante comprobar cómo un organismo público financiado con los impuestos de todos los españoles se permite el lujo de preconizar un modelo de negocio en detrimento de otro, evidenciando por el camino poco o ningún respeto a la objetividad que se presupone a una entidad como la CNMC.
Las manifestaciones de la CNMC son cuando menos aventuradas y podrían contribuir a la propagación del SARS-CoV-2, puesto que tras la lectura del mencionado post alguien no demasiado bien informado podría llegar a pensar que las gasolineras desatendidas son territorios en los que resulta imposible contagiarse de la enfermedad al no mediar contacto personal.
Por eso esas afirmaciones dejan patente un profundo desconocimiento del sector minorista de la distribución de carburantes, puesto que estas gasolineras desatendidas, por su propia naturaleza, no disponen de personal que limpie y desinfecte los surtidores, mangueras y boquereles, ni el aceptador de tarjetas o el pinpad. Tampoco hay nadie en esas gasolineras abandonadas que reponga los guantes de un solo uso que deberían encontrarse junto a los surtidores y que desaparecen rápidamente debido a su elevada demanda.
Esta situación contrasta con la que se vive en las estaciones de servicio atendidas y seguras, cuyos empleados limpian y desinfectan de forma habitual todos los elementos mencionados anteriormente y proporcionan tanto guantes como gel hidroalcohólico a través de la caja nocturna para que los clientes reposten en las máximas condiciones de seguridad.
Todas estas medidas de seguridad e higiene pueden ponerse en práctica en las estaciones atendidas y seguras gracias a las más de 53.000 personas que trabajan en este tipo de instalaciones, que desde que se decretara el estado de alarma han dado lo mejor de sí para continuar prestando servicio a quienes dan servicio.
Llegados a este punto, es conveniente señalar que precisamente esas decenas de miles de empleados han garantizado históricamente -y aún hoy lo hacen y seguirán haciéndolo en el futuro- el suministro de carburante a aquellas personas con discapacidad que se ven obligadas a circular incluso a pesar del estado de alarma en el que vivimos desde el pasado 14 de marzo.
Y es que, a pesar de que por motivos de seguridad las estaciones de servicio están en modo autoservicio para minimizar el contacto entre expendedores y clientes, los trabajadores de estas instalaciones atienden a cualquier automovilista que requiera de ese servicio a causa de una discapacidad temporal o permanente, garantizando la igualdad e integración de todos los ciudadanos, independientemente de sus capacidades.
En suma, al contrario de lo que afirma la CNMC en su blog, las estaciones de servicio atendidas y seguras son siempre -y mucho más en estos difíciles momentos-, los únicos puntos de venta de carburante que están en condiciones de garantizar un suministro universal tomando todas las precauciones necesarias para prevenir la propagación del coronavirus gracias a la actitud, entrega y vocación de servicio de sus trabajadores.