Los datos de Contabilidad Nacional del III Trimestre reflejan la necesidad de relanzar la economía y el empleo.
- ► UGT considera que es un buen momento para impulsar la actividad, puesto que la inflación se mantiene en niveles muy bajos (el IPC adelantado del mes de diciembre se sitúa tan solo en el 0,8%) y reclama una nueva estrategia de reactivación económica y recuperación social. El sindicato demanda:
- ► Impulsar un nuevo modelo productivo (con inversiones adecuadas para establecer un Plan Estratégico para la Industria y hacer posible una Transición Ecológica Justa)
- ► Mejorar la calidad del empleo, derogando las reformas laborales de 2010 y 2012, potenciando la negociación colectiva y dignificando el salario mínimo, elevándolo a 1.000 euros en 2020.
- ► Una reforma fiscal que permita recaudar más y de manera más justa.
- ► Reforzar los servicios públicos y las prestaciones básicas del Estado de Bienestar como las pensiones, prestaciones por desempleo, prestaciones sociales, sistema de dependencia y políticas de vivienda.
Los datos de la Contabilidad Nacional del tercer trimestre del año confirman lo apuntado ya por el avance hace dos meses: que continuamos en la fase de crecimiento económico, y que sigue siendo sustancialmente superior al que registran las economías más avanzadas del entorno europeo, pero que se ha estancado y que es insuficiente para atender a las necesidades de nuestro país (de creación de empleo y de aumento de ingresos públicos). Por ello, resulta necesario construir una nueva estrategia de reactivación económica y de recuperación social.
Según el INE, el PIB creció un 0,4% respecto del trimestre anterior, igual que entonces. En términos anuales, el crecimiento cae una décima, hasta situarse en el 1,9% (una décima menos de lo apuntado en el avance), con lo que confirma una sostenida, aunque moderada, senda de ralentización. En el contexto de bajo crecimiento económico europeo, al borde de la recesión en el caso de muchos países, sigue siendo un resultado notable. Pero también pone de manifiesto la necesidad de que reciba un impulso adicional, que reactive la actividad y el empleo. Y hay que recordar que la tasa de paro española es aún de casi el 14% (13,9%), por lo que es necesario que creemos mucho empleo y de calidad. Y eso, sin un crecimiento superior de la actividad, no es posible. Es buen momento para impulsar la actividad, puesto que la inflación se mantiene en niveles muy bajos: el IPC adelantado del mes de diciembre, dado a conocer también hoy por el INE, se sitúa tan solo en el 0,8%, pese a que ha repuntado cuatro décimas respecto del mes anterior.
Por el lado de la demanda el consumo de los hogares y la inversión y (sus principales componentes) han repuntado (del 0,8% al 1,4% y del 0,9% al 2,4%, respectivamente), lo cual es positivo. De hecho, la demanda interna ha aumentado su aportación al crecimiento de 1,2 a 1,8 puntos porcentuales. Pero resulta insuficiente para mantener un ritmo de actividad superior, como requiere nuestro país. Por su parte, la demanda externa ha reducido su aportación de 0,8 a 0,1 puntos, debido a un repunte de las importaciones superior al de las exportaciones.
Por lo que se refiere a la oferta, es positiva la recuperación de tasas positivas de la industria en los dos últimos trimestres (1,2%), tras caer en el año anterior, pero no basta; y paralelamente, la construcción –un sector con un importante efecto arrastre sobre otras actividades de peso- ha desplomado su crecimiento de tasas del 6% hace dos trimestres al 2,4% ahora. Los servicios (el sector de mayor importancia cuantitativa) también se desaceleran, y crecen al 2,4%, y el sector primario está prácticamente parado (0,1%).
La desaceleración económica se refleja de manera nítida en la creación de empleo. En el tercer trimestre ha pasado de crecer un 2,5% en términos anuales a hacerlo un 1,8% (en términos de empleo equivalente a tiempo completo). En términos trimestrales el empleo apenas ha aumentado (0,1%, cuatro décimas menos que en el segundo trimestre). Son resultados coherentes y similares con los datos ofrecidos por la Encuesta de Población Activa de este mismo período, que ratifican la tendencia de agotamiento progresivo de la generación de empleo y reducción del paro, si no se hace nada para impulsar la actividad.
Demandas de UGT
Para UGT, ha llegado el momento de poner en marcha un completo programa económico que permita impulsar la inversión y el consumo, que haga nuestra economía más competitiva y sostenible, y que permita además fortalecer el estado de bienestar. Esta nueva estrategia debe actuar en cuatro ámbitos esenciales:
1) Impulsar un nuevo modelo productivo, más eficiente y sostenible social y medioambientalmente. Ello requiere poner en marcha un Plan Estratégico para la Industria y acometer una ambiciosa estrategia de inversiones que haga efectiva la Transición Ecológica Justa.
2) Mejorar la calidad del empleo. Es preciso erradicar la enorme precariedad del mercado laboral, para que el empleo que se cree sea más productivo y permita unas condiciones de vida razonables. Para ello, hay que derogar las reformas laborales de 2010 y 2012, potenciar la negociación colectiva y dignificar el salario mínimo, elevándolo como primer paso a 1.000 euros en 2020.
3) Realizar una reforma fiscal que, retocando las figuras actuales y creando algunas nuevas (sobre la riqueza, las operaciones digitales y los movimientos especulativos), permita recaudar más y de manera más justa. Solo con más ingresos públicos será posible realizar las inversiones productivas y sociales que nuestro país precisa, al tiempo que se mantiene la senda de estabilidad presupuestaria que exige Bruselas.
4) Reforzar los servicios públicos y las prestaciones básicas del estado de bienestar (pensiones, prestaciones por desempleo, prestaciones sociales, sistema de dependencia, políticas de vivienda), que son las garantes de un desarrollo económico solidario e integrador, que no deje a nadie atrás, y que permita reducir los elevados niveles de pobreza y de desigualdad que mantiene nuestro país.
Por todo ello, UGT reclama que se conforme ya un Gobierno de progreso, que ponga en marcha un programa efectivo que contemple estas prioridades sociales y económicas. Es urgente un cambio de políticas que promueva un nuevo contrato social, y que haga que la economía se ponga al servicio del bienestar de la mayoría social, que es la clase trabajadora.